Educación en valores y resolución positiva de conflictos
Resolución positiva de conflictos · La importancia de la comunicación · Desarrollo de la ética y la moral · Educación en valores · Otros recursos de interés · Material descargable · Infografías descargables
Los conflictos son parte de toda interacción humana y lo importante es que los afrontemos. Evitarlos o ignorarlos no hace que desaparezcan, al contrario, ralentiza y obstaculiza el avance personal, la confianza en las propias capacidades, la adquisición de autonomía, de autoestima y por supuesto, las buenas relaciones y la convivencia.
Resolución positiva de conflictos
El conflicto es un desacuerdo provocado por puntos de vista, posiciones o intereses encontrados, que son o se perciben incompatibles, y que es posible abordar a través del diálogo y la negociación.
Sin embargo, desde edades muy tempranas, niños y niñas pueden aprender, erróneamente, que la violencia es una manera eficaz para resolver conflictos interpersonales. Al expresar sus estados de ánimo y emociones de forma violenta (ya sea enfado, miedo, tristeza, vergüenza o frustración) y conseguir aquello que desean pueden llegar a creer que la violencia es efectiva y proporcionarles una falsa sensación de control, además de ir aumentando la frecuencia y la intensidad de sus respuestas violentas.
Las familias y profesionales que acompañamos su crecimiento, debemos promover una visión positiva del conflicto que permita el surgimiento de actitudes de colaboración y búsqueda de salidas constructivas, sin imponer ni negar los sentimientos e intereses de nadie, aplicando el sentido común y ofreciendo autonomía según la edad y nivel madurativo de cada niño o niña.
En el análisis de los componentes de un conflicto, hemos de conocer previamente:
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Quiénes son sus protagonistas directos, es decir, las partes en conflicto;
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Cuáles son sus posiciones: los deseos encontrados que enfrentan a las partes y lo que cada una de ella solicita;
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Cuáles son sus intereses: los motivos por los que mantienen esa posición y lo que pretenden conseguir verdaderamente con lo que demandan.
Un principio básico para el afrontamiento constructivo y eficaz de los conflictos es que las soluciones se deben generar partiendo de los intereses y no de las posiciones. Si las partes se centran en las posiciones, la discusión se convertirá en una competición. Si las partes conocen los intereses de cada uno, podrán proponer soluciones diferentes a sus demandas de partida, ya que el objetivo es alcanzar acuerdos satisfactorios para todos los implicados. Para conseguirlo necesitamos herramientas como la escucha activa y la asertividad, que es la habilidad de expresar de manera clara y concisa los deseos, derechos y necesidades propias, respetando los de la otra persona.
La importancia de la comunicación
En el aula, niños/as y adolescentes aprenden a construir sus habilidades sociales y valores; y la interacción con los compañeros proporciona muchas posibilidades para desarrollarlas. La comunicación será la herramienta que les permita gestionar la fina línea que separa sus derechos de los derechos de los demás; por ello vamos a ver los siguientes estilos comunicativos:
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Estilo de comunicación asertivo: nos permite decir NO, mostrar nuestra postura hacia algo, saber realizar peticiones, expresar sentimientos y resolver los conflictos de forma que se respeten los derechos de ambas partes. Genera que las relaciones interpersonales se den en un plano de igualdad, haciéndose respetar y respetando. Es un estilo de comunicación muy ligado a la autoestima, y que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida. Ante determinadas circunstancias o personas, este plano se desequilibra, y se produce la pérdida del respeto personal, dando pie a relaciones desiguales donde una persona actúa con un estilo agresivo - dominante frente a la que adquiere un estilo inhibido-sumiso.
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Estilo de comunicación agresivo: defendemos nuestros derechos y ponemos nuestras necesidades por encima de los demás, utilizando la manipulación, el autoritarismo y/o la competitividad con recursos como la agresión psicológica, física, gestual y/o verbal de forma directa o indirecta.
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Estilo de comunicación pasivo o sumiso: cuando ponemos las necesidades de los demás por encima de las propias, dejamos de respetarnos y de hacernos respetar, sin tener en cuenta nuestros derechos. Nos mostramos conformistas y con actitudes sumisas, complacientes e incluso retraídas.
Desarrollo de la ética y la moral
Debemos tener en cuenta que niños, niñas y adolescentes se encuentran en plena evolución de sus capacidades, incluyendo su desarrollo ético y moral. En este sentido, los psicólogos Piaget y Kohlberg plantearon que las personas atravesamos diferentes estadios de desarrollo moral en la adquisición de valores, y que este ocurre de forma paralela al crecimiento personal, intelectual y social. Por tanto, no podemos pedir lo mismo a una persona de doce años que a una de diecisiete.
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En el nivel preconvencional distinguimos el bien y el mal en función de las normas externas y los límites que establecen las figuras de apego de referencia (0-6 años) y las reglas de juego con los iguales (7-11 años). Se suele dar la regla del “ojo por ojo”.
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En el nivel convencional nos influyen las expectativas de los demás y la búsqueda de su aceptación y amor (12-20 años). Desde ahí, vamos evolucionando hacia el actuar bien por responsabilidad y compromiso personal (20-30 años).
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En el estadio postconvencional (a partir de los 20 años) entendemos que todo ser humano tiene derecho a la vida y a la libertad, a la igualdad y la dignidad, y basamos nuestro comportamiento en ello. La regla básica es la Regla de Oro: «hacer al otro lo que quiero que me hagan a mí».
¿Dónde se encuentran los adolescentes?
Algunos se encuentran en un momento en el que el bien y el mal está determinado por normas externas, mientras otros empiezan a construir sus propias normas. Por ello, se debe promover la reflexión desde edades tempranas para que avancen hacia los estadios superiores y se desarrollen de manera integral, con autonomía, tolerancia y compromiso con la participación social y las relaciones personales. Es algo muy relevante ya que los/as adolescentes y jóvenes irán desarrollando y escogiendo los valores que definirán su identidad personal.
Educación en valores
Los valores son creencias y opiniones que están directamente relacionados con los sentimientos y las emociones. Vienen influenciados por nuestra cultura y su elección consciente nos va construyendo como seres humanos y orientando nuestras acciones. Nuestras experiencias y aprendizajes harán que vayamos construyendo una jerarquía de valores que se irá modificando a lo largo de la vida.
Familias y profesionales tenemos la responsabilidad de educar en valores a nuestros hijos, hijas y educandos. Proponemos una serie de objetivos para tener en cuenta:
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Fomentar la educación emocional desde la infancia: comprenderse, aceptarse y respetarse a uno/a mismo/a, con nuestros defectos y virtudes, permite hacer lo mismo con nuestro entorno.
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Favorecer la reflexión ética y el compañerismo: ayudarles a conocer qué valores, habilidades y fortalezas tienen y cuáles les gustaría desarrollar, mirando por el bienestar de todos y todas.
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Potenciar la responsabilidad: enseñarles a asumir las consecuencias de los propios actos, reflexionando sobre ellas y aprendiendo a regular el comportamiento y la expresión de emociones.
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Entrenar el diálogo y la escucha activa: para que haya una comunicación real y efectiva es fundamental saber escuchar al otro, no solo qué dice sino sobre todo cómo lo dice.
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Desarrollar la empatía: saber ponernos en la piel de otra persona, sin juzgarle, para comprenderle y establecer un vínculo más humano y auténtico.
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Practicar la asertividad y la crítica constructiva: para que aprendan a dar su opinión, poner límites y decir qué desean de forma clara y con respeto hacia sus propias necesidades y derechos sin avasallar los de los demás.
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Enseñar estrategias de negociación positivas: ya que el conflicto es connatural a la interacción humana debemos afrontarlo y aprovecharlo como una oportunidad para conocernos y llegar a acuerdos, mejorando la convivencia.
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Desarrollar la solidaridad y la participación democrática: ofreciendo espacios y guiando actividades en las que trabajen en equipo, con el fin de alcanzar metas comunes, valorar las diferencias y promover la responsabilidad personal y social
Fuentes:
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Castanyer, O. (2022) Ni agresivos ni sumisos. Educar niños asertivos y respetuosos. Ed. Grijalbo.
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Cortés, A. (2002). La contribución de la psicología ecológica al desarrollo moral. Un estudio con adolescentes. Anales de Psicología.
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Linde, A. (2009). La educación moral según Lawrence Kohlberg: una utopía realizable. Praxis filosófica.
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Generación Convive programa de prevención escolar de GINSO que trabaja la educación en valores y la inteligencia emocional.
> OTROS RECURSOS DE INTERÉS:
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Save the Children España (2012). ¿Quién te quiere a ti? Guía para padres y madres: cómo educar en positivo. Colabora: Ministerio de Sanidad.
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Durrant, J.E. (2013). Disciplina Positiva en la Crianza Cotidiana. Save the Children Suecia.